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El hombre y la responsabilidad
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El hombre y la responsabilidad

El hombre y la responsabilidad

 

La responsabilidad es uno de los rasgos característicos del hombre, que proviene por efecto de su disposición innata, antes de recibirla del exterior. De una manera u otra, cada ser humano tiene un sentimiento de compromiso, cuanto mayor sea éste, más sana será esta cualidad inmanente.

El sentimiento de la responsabilidad es consustancial a todos los seres humanos y no podemos emanciparnos completamente de él en nuestra vida consciente. Pero esto no impide que haya una diferencia de percepción de dicha sensación de una persona a otra. Además, hay una vinculación plena entre este sentimiento y la conciencia; ésta última alude a un sentido interior y latente, cuyas grandes repercusiones consisten en dirigir a buen término nuestros comportamientos. Y de allí viene la exhortación profética: «Consulta tu corazón».

La responsabilidad se fundamenta en la libertad consciente; ya que sin ella, cada proceder del hombre se exime de la obligación moral y religiosa. Asimismo, es siempre un deber intrínseco al hombre que lo acompaña antes, durante y después de sus actos, lo cual consolida la esencia del carácter independiente del libre albedrío humano y su libertad de hacer o abandonar o de aceptar o rechazar algo, al margen de su capacidad de la ejecución de lo que determina su voluntad. Conforme a este sentido, la responsabilidad es una cualidad honorífica para el hombre porque es común a todos los significados de la libertad, independencia, dignidad y fuerza.

La responsabilidad en la concepción islámica es individual, pues nadie será cargado con la culpa de otro, como lo sentencia la noble aleya:

﴿ كُلُّ نَفْسٍ بِمَا كَسَبَتْ رَهِينَةٌ (المدثر: 38).

«Cada uno será rehén de lo que se ganó» (Sura 74, El Arropado: 38).

Hay diferentes vertientes de la responsabilidad que se han citado en este honorable hadiz:

"كُلُّكُمْ رَاعٍ وَكُلُّكُمْ مَسْؤول عَنْ رَعِيَّتِهِ، فالإِمَامُ رَاعٍ وَمَسْؤولٌ عَنْ رَعِيَّتِهِ، وَالرَّجُلُ فِي أَهْلِهِ رَاعٍ وَهُوَ مَسْؤولٌ عَنْ رَعِيَّتِهِ، وَالْمَرْأَةُ فِي بَيْتِ زَوْجِهَا رَاعِيَةٌ وَمَسْؤولَةٌ عَنْ رَعِيَّتِهَا، وَالْخَادِمُ رَاعٍ فِي مَالِ سَيِّدِهِ ومَسْؤولٌ عَنْ رَعِيَّتِهِ، وَكُلُّكُمْ رَاعٍ وَمَسْؤولٌ عَنْ رَعِيَّتِهِ".

«Todos vosotros sois pastores y todos ¡vosotros sois responsables por vuestro rebaño. El Imam es responsable por su rebaño. El hombre es pastor en su familia y responsable por su rebaño. La mujer es pastora en la casa de su marido y es responsable por su rebaño. El sirviente es pastor en los bienes de su amo y es responsable por su rebaño. Y todos vosotros sois pastores y sois responsables por vuestros rebaños»[1].

 

Además de estos deberes externos que vienen determinados por las condiciones de cada individuo en la vida y su posición en el contexto de una determinada sociedad, existe otro deber privado y personal que se considera el centro de cada uno de los círculos anteriores de responsabilidad. Así podemos decir que la responsabilidad se entiende de dos maneras: la primera, va a enfocada al hombre en sí, pues asume la obligación de su mente, su conocimiento, su cuerpo, sus bienes, su tiempo y, precisamente, de su vida. En este sentido, el Profeta (PyB) dice:

"لا تزول قدم ابن آدم يوم القيامة حتى يسأل عن أربع: عن عمره فيما أفناه، وعن شبابه فيم أبلاه، وعن ماله من أين اكتسبه وفيما أنفقه، وعن علمه ماذا عمل به"

«El día del Juicio no se moverán los pies de ningún siervo, es decir que no irá al Jardín o al Fuego hasta que sea preguntado: acerca de su tiempo en esta vida y en qué lo empleó; acerca de su cuerpo y lo que experimentó con él; acerca de su dinero, cómo lo consiguió y en qué lo gastó; acerca del conocimiento, si actuó conforme a él o no»[2].

 

El segundo sentido de la responsabilidad va encaminado hacia los demás hombres y hacia el mundo en el que vivimos. Se sabe que el hombre es un ser social y necesita, por un lado, de la sociedad humana para desarrollar su personalidad; y por otro, para asumir sus compromisos morales hacia ésta. Dichas obligaciones están profundamente enraizadas en su existencia humana.

Cada hombre, sano de juicio, tiene la sensación, de que si no contrae un compromiso con los demás, no le estará permitido pensar que ellos le correspondan de una manera diferente, pues si no somos justos con los demás, no debemos esperar que éstos lo sean con nosotros.

Hay gente que alega su mal proceder por el hecho de que son cosas predestinadas desde el seno de la eternidad divina, y, por consiguiente, no les ha sido posible actuar de otra manera. Entre los ejemplos que podríamos proponer, ofrecemos el de Omar Ibn Al-Jattab con un ladrón que había comparecido ante él: Omar le preguntó, ¿por qué robaste? El ladrón contestó: es el destino divino el que me ha obligado a hacerlo. Entonces Omar ordenó que se le cortara la mano y lo azotaran con treinta latigazos. A la sazón, los compañeros del profeta protestaron considerando que era excesiva y sobrepasaba la aplicación de la pena legal prescrita por el Corán y adujeron que no debía ser castigado con latigazos tras la ejecución de la condena del robo. Omar les respondió que los azotes se debían al hecho de mentir sobre Al-lah, pues ¿cómo puede afirmar que Al-lah le haya predestinado al robo?

En este sentido, no le está permitido a nadie excusarse con el destino para justificar sus crímenes. Pues la responsabilidad es una constante y lo predestinado por Al-lah desde la eternidad no es más que un registro o previo conocimiento de lo que cada individuo hará en el futuro con su libre albedrío y su libertad de elección sin ningún género de coacción. De allí, el hombre asume la plena responsabilidad de todos sus actos, pequeños o grandes, como lo aclara esta aleya:

﴿ فَمَنْ يَعْمَلْ مِثْقَالَ ذَرَّةٍ خَيْرًا يَرَهُ (7) وَمَنْ يَعْمَلْ مِثْقَالَ ذَرَّةٍ شَرًّا يَرَهُ (الزلزلة: 7،8).

«Y el que haya hecho el peso de una brizna de bien, lo verá; Y el que haya hecho el peso de una brizna de mal, lo verá» (Sura 99, El Temblor: 7 y 8).

 

 

[1]Narrado por Al-Bujari en: Sahih Al-Bujari, libro de oración del viernes, capítulo: Oración del Viernes en los pueblos y las ciudades.

[2] Narrado por Al-Tirmizi en su libro: Sefat Al-Qiyama (descripción del Día del Levantamiento). Y dijo que es un hadiz correcto y aceptable.

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