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El discurso de su eminencia el Gran Imán en Kazajstán
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El discurso de su eminencia el Gran Imán en Kazajstán

En el nombre de Al-lah, el Compasivo, el Misericordioso

 

        Las alabanzas pertenecen a Al-lah. Que la paz y las bendiciones sean con el Mensajero de Al-lah (PyB), sus familiares y Compañeros.

        ¡Su Excelencia, Prof. Dr. Yerlan Bata Chivich Sydycov, Rector de la Universidad Nacional de Eurasia L.N. Gumilyov!

        ¡Señores colegas miembros del profesorado!

        ¡Mis hijas e hijos alumnos!

        ¡Señoras y señores!

        ¡Nobles asistentes!

¡La paz, la misericordia y las bendiciones de Al-lah sean con ustedes!

Tengo el placer de empezar mi discurso entre ustedes agradeciendo sinceramente a su honrada universidad, a su Rector, sus profesores, sus alumnos y sus empleados, su noble invitación para visitar este joven claustro, que ha prometido cumplir con muchas esperanzas de los pueblos de esta zona y realizar su sueño respecto a que la enseñanza en ella gane un terreno digno científica, cultural, artística y tecnológicamente entre las universidades y las instituciones docentes del mundo. He aquí su recién inaugurada, Universidad de Eurasia, la cual aún no ha cumplido su cuarto año y ya se ha vuelto un miembro más de las asociaciones de las universidades europeas y regionales y uno más entre las organizaciones internacionales y las academias de la enseñanza superior.

No hay duda de que estos seguros logros científicos son el fruto de una enseñanza distinguida y seria y de unas mentalidades despiertas que piensan durante la noche y efectúan durante el día. Este es “el esfuerzo agradecido” que necesitan nuestros pueblos islámicos y el cual, se espera con impaciencia de sus jóvenes sabios de los precursores de la enseñanza universitaria y la preuniversitaria y de los maestros, los intelectuales, los hombres de letras, los artistas y los periodistas. Este tema no es difícil de alcanzar cuando se encuentran las condiciones del cambio que el Noble Corán ha resumido en el dicho de Al-lah—Altísimo sea—: “Sepan que Al-lah no cambia la condición de un pueblo hasta que ellos no cambien lo que hay en sí mismos” (Sura del Trueno, 13: 11). Esta noble aleya es una ley general respecto a todo lo que acepta el cambio. Es más, es una ley para que cualquier esfuerzo prestado por el desarrollo, el progreso y la prosperidad tenga éxito. A pesar de que memorizamos esta ley y la usan constantemente nuestros hijos en sus diferentes fases educativas, vemos, sin embargo, que muchas veces, nos hace falta aplicarla en nuestra vida práctica y hacer de ella una realidad.

Desde aquí envío un saludo cordial a esta aspirante universidad, con respeto de nuestra parte a los creadores de sus mentalidades y a los que despiertan las aspiraciones y las firmes intenciones en todas partes.

¡Mis hijas e hijos alumnos!

No añado nada nuevo si voy diciéndoles que “el Islam” —Corán, Sunna y civilización— se preocupa mucho por la mente y el conocimiento. Tal vez lo memorizan igual que yo. Sin embargo, me gustaría hablarles sobre el marco general de la civilización islámica: la ciencia, el conocimiento y la conducta. Es un marco que se asemeja al triángulo equilátero. Estos lados son: la revelación divina dirigida a la mente humana, la mente pensadora que actúa según las instrucciones de la revelación y luego la moral que distingue exactamente lo bueno de lo malo.

En cuanto a este sistema trilítero, la revelación reside en: los textos divinos categóricos, que son los del Noble Corán y los dichos y los hechos transmitidos y confirmados decididamente del Profeta, en su calidad de profeta enviado para transmitir a la gente, las legislaciones, las instrucciones y los mandamientos que le fueron ordenados por Al-lah.

Dicho esto, la razón desempeña la primera condición en el proceso de asumir la responsabilidad legal, el entendimiento del discurso divino y el cumplimiento de sus expresiones y su contenido. El Noble Corán la ha considerado eje principal a la hora de dirigir la palabra al hombre y al discutir con cualquier persona que tenga la capacidad para entender y dialogar.

Sería suficiente echar un vistazo rápido sobre las páginas del Corán para percibir “el máximo valor” que éste ha otorgado a la mente y a todas sus actividades de conocimiento, tanto las de la intuición como las del descubrimiento y la deducción. La palabra “mente”, sus derivados y sus sinónimos que indican el pensamiento y la meditación se han mencionado más que 120 veces en las aleyas del Corán y por medio de unas palabras que llaman la atención, como: saben, razonan, recapacitan, piensan, ven, escuchan, entienden, etc. Además, hay que mencionar la diferencia precisa que encontramos entre el grado del “conocimiento”, que es la certeza que no acepta lo contrario, y el de la conjetura, la duda y la sospecha. Al-lah—Altísimo sea—reprocha a los que confunden el conocimiento con la conjetura cuando dice: “Sin tener ningún conocimiento sobre ello. Solo siguen conjeturas, pero las conjeturas carecen de valor frente a la Verdad. Apártate de quienes rechazan Mi Mensaje y no desean sino [el materialismo de] la vida mundanal. Ese es el único conocimiento que les interesa alcanzar. Tu Señor bien sabe quién se extravía de Su camino y quién se encamina” (Sura de la Estrella, 53: 28-30).

La tercera dimensión de este marco es: la moral que depende de la conducta, el comportamiento y las consecuencias individuales, familiares y sociales.

Tomando en consideración su tiempo, me basta aclarar, a la hora de hablar de esta tercera dimensión, dos cuestiones:

La primera:la sentencia de la moral en el Islam es fija, no se mueve ni se transforma ni cambia. Así también lo son los criterios y las balanzas, hasta en las cosas materiales y los asuntos sensibles, ya que el engaño, el fraude y la mentira son todos unos vicios que están supeditados a la falsedad de las balanzas y la incertidumbre de los criterios, tanto en las cosas sensibles como en las puras razonables. Ello implica que las normas de la moral tienen que gobernar el movimiento de la civilización y corregir la trayectoria de la historia. «Por eso ha sido difícil imaginar que haya un momento en el que los musulmanes subyuguen a otro o justifiquen a matarle o hacerle someterse a la voluntad de otro, pues el hecho bueno en los criterios de las morales islámicas sigue siendo el mismo en todas las condiciones y las circunstancias hasta el fin del mundo, así como el malo seguirá siendo lo mismo hasta el fin del mundo».

La segunda: la moral es la base de la adoración en el Islam, es decir, ésta no es sustituto de aquélla, por más que exagere la persona en atarse a sus restricciones y ser severo en cumplirlas. Lo asombroso de este asunto es que los actos de culto del musulmán —con sus diferentes formas y figuras— quedan a merced del viento si no se apoyan en un fondo de virtudes de las morales prácticas. Una persona dijo al Profeta: “Fulana pasa la noche rezando y ayuna durante el día, pero perjudica a sus vecinos con sus palabras. El profeta dijo: no hay bien en ella, estará en el Infierno. Dijeron: fulana cumple las oraciones obligatoriasy da limosna con unos trozos de alimentos, aunque no tiene otra cosa, pero no perjudica a nadie. Contestó: estará en el Paraíso”. Y decía: “El creyente se familiariza con los demás; y no hay bien en el grosero que no tiene buenas relaciones con las personas”. Y dice: “Ciertamente el siervo, por su buena moral, alcanzará los altos grados y los nobles rangos en la Otra Vida, aunque no haga muchos actos de culto, pero de verdad alcanzará, por su mala moral, el nivel más bajo del Infierno, aunque sea adorador”.

¡Nobles asistentes!

Ustedes saben que la historia de Al-Azhar Honrado, como una mezquita para la adoración y una universidad para las ciencias y los conocimientos, se remonta al año 972 d. C., es decir, desde hace 1046 años, y puedo confirmarles que todos sus programas de enseñanza se basan en el marco que he señalado. Dichos programas giran en torno a estudiar: las ciencias basadas en los textos del Corán y la Sunna, las del razonamiento lógico y las del sentido.

Las ciencias basadas en los textos del Corán y la Sunna son: todas las ciencias que giran en torno al texto del Noble Corán y los textos de la Sunna, como la exégesis y las ciencias del Corán, el Hadiz y sus ciencias, la Jurisprudencia y sus fuentes, las ciencias de la Biografía del Profeta y los principios de la creencia y sus grandes cuestiones.

Las ciencias de la mente son: la filosofía islámica, con sus diferentes escuelas y épocas, la lógica y la literatura de la investigación, la dialéctica y la lógica moderna y los métodos de investigación.

Las ciencias del sentido son: la ciencia del sufismo islámico con sus escuelas y sus varias tendencias, siendo ella misma la ciencia moral, las éticas y las virtudes.

De este modo, el programa de enseñanza en Al-Azhar ha sido una aplicación honesta y verdadera del espíritu, la moderación y la naturaleza del patrimonio mental y tradicional del Islam.

Es importante señalar que el proceso de enseñanza de las ciencias de la tradición, aun si se basaba en la explicación y la aclaración, se apoya, sin embargo, en la metodología del diálogo, la cultura del respeto de la diversidad de opinión y el respeto de la diferencia de las sectas en todas las ciencias sin excepción, lo que inculca en el estudiante de Al-Azhar, desde su más tierna infancia, la legitimidad de la discrepancia de opinión y el trato con las opiniones diferentes con igualdad en su calidad de unos esfuerzos de entender el texto. Ninguna escuela u opinión tiene el derecho de impedir y alejar las otras opiniones en tanto que tengan un apoyo en la legislación o un argumento en la mente. De ahí que se dijo: “su discrepancia de opinión es una misericordia”, es decir, una libertad o una abundancia para la gente en la religión y la vida mundanal. El Imán Al-Shatibi transmitió, en su libro Al-Muwafaqat, el dicho del Califa bien guiado, ‛Umar Ibn ‛Abd El ‛Aziz: “No me gusta que los Compañeros del Mensajero de Al-lah no hayan discrepado de opinión, porque si tuvieran la misma opinión, la gente no habría sabido qué hacer. Ciertamente son imanes a los que hay que seguir, si uno adopta un dicho de uno de ellos, tendrá una amplitud”.

De ahí, los estudiantes de Al-Azhar Honrado son los que están más lejos de caer en las garras del pensamiento extremista y los que son más difíciles de ser atraídos por los grupos armados que matan a la gente en nombre de esta noble religión y en nombre de su Profeta que fue enviado por Al-lah como una misericordia para todo el mundo: los hombres, los animales, las plantas y los objetos inanimados.

¡Señores asistentes!

Mi visita a esta buena ciudad que inauguro hoy con su sublime encuentro científico renueva en mi memoria unos lazos científicos y lingüísticos con los que se relacionaban mi mente y mi lengua sobre la tierra de Kazajistán y los alrededores desde que era estudiante en el Departamento de la Creencia y la Filosofía en la Facultad de los Fundamentos de la Religión en Al-Azhar Honrado durante los años setenta del siglo pasado. Empecé mis estudios de la filosofía islámica con Al-Kindi, el filósofo de los árabes, y luego con su hijo, el de Kazajistán, el filósofo del Islam y el Segundo Maestro, Abu Nasr Al-Farabi, nacido en Farab el año 260 H. / el 874 E. C., que no es solamente un filósofo islámico, sino también es universal, y del que las universidades de Oriente y Occidente siguen todavía estudiando su filosofía, su patrimonio, desde todas sus dimensiones metafísicas, políticas y sociales, sus descubrimientos musicales, etc. Su vida simple profundizada en el ascetismo y la abstinencia de lo material sigue siendo objeto de asombro de los ascetas y de admiración de los que conocen a Al-lah. También hay otro Farabi, que tal vez era coetáneo del Segundo Maestro. Es Abu Ibrahim Ishaq Al-Farabi, el autor de Diwan Al-Adab “el Registro de la Literatura”, en el que se singularizó con un método al que nadie precedió. Este método hizo de él el primer glosario árabe ordenado según las raíces etimológicas de las palabras. Este glosario ha sido imprimido últimamente en El Cairo en cuatro volúmenes. Este erudito lingüista es el tío materno del erudito “Al-Gawhari” Isma‛il Ibn Hammad, que es uno de los sabios de Farab, el autor del glosario Al-Sahhah, del que no prescinde cualquier escritor o literato en la lengua árabe.

Aquellos imanes eruditos no son más que un ejemplo de los innumerables precursores del pensamiento islámico, que se criaron en Kazajistán y difundieron las luces del conocimiento y el pensamiento en todos los países islámicos. Debido a su prioridad que se remonta a los tiempos más antiguos, “Kazajistán” ha merecido ser una de las auténticas custodias de la mente musulmana y la lengua árabe.

Al-Azhar Honrado, abriendo su puerta de par en par a los hijos de Kazajistán para efectuar sus estudios allí, tiene en cuenta esta historia y esta prioridad y se empeña completamente en continuarla.

 

¡Sublimes asistentes!

Su honrada universidad, mientras que tiene el favor de honrarme y otorgarme el título del doctorado honoris causa, está honrando al mismo tiempo a Al-Azhar Honrado, Mezquita y Universidad, sabios, profesores y estudiantes. Es más, está honrando a los musulmanes en Oriente y Occidente y está llamando la atención al mensaje universal de Al-Azhar respecto a difundir los principios correctos del Islam, que se basan en la paz, la hermandad humana y el respeto y la aceptación del otro, sea cual sea su creencia, raza, color o idioma, pues todos son las criaturas y los siervos de Al-lah, y la gente es igual como nos informó el profeta del Islam (PyB) y como dijo en su último sermón en la peregrinación de la despedida: “Todos tenéis un solo Dios y un solo padre. Ningún árabe es superior a un no árabe, ni un no árabe es superior a un árabe. Tampoco una persona de piel oscura es superior a otra de piel blanca, ni una de piel blanca es superior a otra de piel oscura, salvo por la piedad. Todos los seres humanos provienen de Adán y Adán fue creado de la tierra”.

Una religión que se basa en este principio no puede ser descrita como una religión de sangre, matanza, explosión y asesinato, ya que estos crímenes brutales son una traición a Al-lah y Su mensajero, así como son una mentira, una calumnia y una injusticia evidente al Islam y los musulmanes.

 

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