El islam respeta las otras creencias según los textos del Noble Corán. Allah dice: "Y si tu señor quisiera creerían todos los que están en la tierra ¿acaso puedes tú obligar a los hombres a que sean creyentes?", (Yunus 10-99).
Partiendo de este principio de tolerancia, y de la perspectiva coránica en cuanto a la multiplicidad religiosa, el Profeta, la paz y las bendiciones de Allah sean con él, ha garantizado para los no musulmanes la libertad de practicar las ceremonias de sus religiones, porque el Islam deja la gente creer lo que quieran. Por lo tanto, les permite practicar los ritos de sus religiones en sus lugares de culto, les garantiza la seguridad de dichos lugares y prohíbe todas las formas de agresión a dichos lugares de culto.
Más aún, el Noble Corán considera que (la yihad) la lucha de los musulmanes para enfrentarse a la agresión consiste, también, en proteger los lugares de culto de la destrucción. Al respecto, Allah dice: "Los que fueron expulsados de sus casas sin derecho, sólo porque habían dicho: Nuestro Señor es Allah. Si Allah no se hubiera servido de unos hombres para combatir a otros, habrían sido destruidos ermitas, sinagogas, oratorios y mezquitas, donde se menciona en abundancia el nombre de Allah. Es cierto que Allah ayudará a quien le ayude. Verdaderamente Allah es fuerte y poderoso", (la Peregrinación 22-40).
Ibn Abbas dice: las ermitas son los lugares donde que existen los monjes; las sinagogas son las mezquitas de los judíos y los oratorios son las iglesias de los cristianos.
Además, se relata (en Tabakat Ibn Saad "Categorías de los narradores de Hadiz, primera parte, p. 266") que el Profeta escribió una carta al obispo de Bani al-Harez y los obispos de Nagrán, a sus sacerdotes, sus seguidores y sus monjes donde afirmó que no se permite obligar a ningún obispo a dejar su obispado ni a ningún monje a dejar su monacato ni a ningún sacerdote a dejar su sacerdocio
En este sentido, Umar Ibn al-Jattab nos presenta gran ejemplo en su acuerdo con los habitantes de Jerusalén, donde se redactó que pueden aprovechar de la libertad religiosa. También, en su acuerdo con los habitantes de Iliaa cuando les otorgó " la seguridad a sus almas, posesiones, iglesias, cruces, y creencias. No se permite habitar en sus iglesias ni destruirlas ni disminuirlas, tampoco se apodera a nada de sus cruces ni de sus propiedades ni se obligan a dejar de practicar su religión". Así que cuando entró en Jerusalén, Umar Ibn al-Jattab rechazó rezar dentro de una iglesia para que los musulmanes no se apoderaran de la iglesia por esta causa pretendiendo que el Califa había rezado en este lugar.  
Entonces, el islam reconoce teórica y prácticamente el derecho de los cristianos en construir las iglesias, y que pueden practicar los ritos de su religión como actuación de respeto y reconocimiento de la existencia de otras religiones. El islam prohíbe destruir las iglesias, explotarlas o matar a los que acuden a ellas según el dicho del Profeta: "Quien trata injustamente a cualquier súbdito no musulmán, le insulta, le encarga algo insoportable o toma algo de él sin que sea contento, pues yo seré su adversario en el Día del Juicio final". (Libro de Sunan Abu Dawoud, Hadiz número 3052).