Primera sospecha
Las voces islamófobas se alzan aún para perjudicar la seguridad de las naciones y acabar con las incitativas que promueven la paz y la estabilidad para todos los individuos pertenecientes a todas las religiones. Entre estas voces, se destacan últimamente las sospechas del jesuita Henri Boulad, en las cuales pronunció un conjunto de calumnias contra el islam sin contar con pruebas aceptables ni argumentos justificables, olvidándose de la historia y las bases tolerantes de dicha religión.
Por su parte, el Observatorio de al-Azhar contra el Extremismo condena enérgicamente dichas declaraciones que podrían provocar olas de odio y rencor, y fomentar la extensión del fenómeno de la islamofobia que sufre la comunidad musulmana en los países occidentales. En este sentido, resulta indispensable poner de relieve la verdadera esencia del islam para mostrar claramente la falsedad de las ideas erróneas del jesuita que las  demostramos a continuación:
Primero: Acusa al islam de ser un sistema fascista y maligno
No cabe la menor duda de que esta acusación no se presentó, de ninguna forma, en la historia del islam. Ya que, el islam nunca formó parte de los sistemas dictatoriales que controlaban, de carácter totalitario y antidemocrático, todos los sectores de la sociedad e incluso los asuntos de los individuos. Tampoco, el islam fue, en ningún periodo, una religión teocrática que conceda sacramentos o escrituras de impecabilidad a nadie para ser inerrante del error o de la rendición de cuentas ante la justicia.
En este sentido, los sucesores del Profeta dieron grandes ejemplos como Abu Bakr as-Siddiq quien dijo, al ocupar el trono: "¡Oh, gente! Se me ha concedido la autoridad, pero no soy el mejor de vosotros. Si obro bien ayudadme y si obro mal, corregidme". Pues, se nota que el primer califa anuncia ante el pueblo que no tardaría en presentarse a sí mismo ante la justicia en caso de culpabilidad. Asimismo, los demás califas siguieron el mismo sistema basado en la libertad disciplinada, la rendición de cuentas y la justicia social entre el gobernante y los gobernados por igual.  
Por consiguiente, el hecho de acusar al islam como un sistema fascista se contradice totalmente con los fundamentos principales del islam que vinieron para liberar la humanidad del paganismo y dieron rienda suelta al pensamiento y a la innovación sin ningún tipo de sumisión ni persecución. Por lo tanto, resulta necesario dejar de mezclar las prácticas de los grupos terroristas con los valores auténticos del islam que no tienen ninguna relación con dichas prácticas.