No cabe la menor duda de que los medios de comunicación desempeñan un papel de vital importancia en la actualidad. Pues, no se limitan a publicar las últimas noticias e incidentes solamente, sino que asumen la responsabilidad de sensibilizar a los ciudadanos. Pero, desafortunadamente, el mundo está atravesando, hoy en día, por un momento muy difícil respecto a la expansión del discurso de odio y el crecimiento de las tasas de crímenes de odio dirigidas especialmente contra los musulmanes en los países que cuentan con una población de mayoría no musulmana. De esta manera, el discurso de odio se ha convertido en un fenómeno internacional desarrollado principalmente por los medios de comunicación controlados por la extrema derecha, contribuyendo de esta manera, ante la mirada de la comunidad internacional, en aumentar la ola de violencia contra las minorías musulmanas en los países occidentales. Ya que, dichos medios han aprovechado las crisis mundiales como el terrorismo, el declive económico y sobre todo los influjos migratorios, con el fin de promover sus agendas políticas.
Al respecto, en un informe publicado por la ONU, se afirma que las manifestaciones del “discurso del odio” se han hecho cada vez más visibles debido a la rapidez de la difusión de las noticias y la información alrededor del mundo a través de los medios de comunicación e Internet. Además, el aumento de los flujos migratorios, el declive de las economías nacionales y el terrorismo constituyen un desafío real.
Entre los medios de comunicación que transmiten mensajes de odio se destaca la prensa digital que ha contribuido, con sus diferentes publicaciones, en aumentar los discursos de odio. En España, como ejemplo, el Observatorio del Discurso del Odio en los Medios ha realizado un estudio intensivo sobre el discurso de odio en la prensa digital española llegando a concluir que los ocho portales, objeto de estudio, contribuyen, en diferentes grados, a fomentar el discurso de odio con argumentos de racismo-xenofobia, islamofobia, antigitanismo y gitanofobia en más del 70% de los casos.
Asimismo, la prensa escrita fomenta, en gran medida, el discurso de odio que ha generado varios fenómenos dañinos como el de la islamofobia. En este sentido, en un estudio elaborado por Sara Píquer Martí, se han analizado las noticias publicadas en dos periódicos de gran tirada en España: El País y La Razón. El estudio abarca las publicaciones de dichos diarios y se ha documentada una tendencia islamófoba en los dos periódicos examinados, a pesar de las diferencias ideológicas que los separan. En los dos diarios, la selección de la temática que va unida al mundo islámico va a tener siempre (o casi siempre) connotaciones negativas. Se eligen temas en los que se traza a la población islámica como un grupo casi siempre violento, antidemocrático, fanático y machista.
Lamentablemente, dichas connotaciones negativas han favorecido las agresiones contra los musulmanes que sufren diariamente varias formas de discriminación en las distintas ciudades españolas según los datos recopilados por el Observatorio de al-Azhar contra el Extremismo.
Para concluir, parece aplaudible y muy adecuada la declaración del periodista Ángel Galán del Rey acerca del papel del periodista y el discurso del odio:
“Los medios construyen imaginario social, y cuando ese imaginario social apunta a determinadas minorías como responsables de actitudes injustas o despiadadas no es descabellado afirmar que se está alentando el discurso del odio. […] El discurso del odio es consecuencia de una interpretación errada de la realidad y en el momento en que alentamos afirmaciones que apuntan a minorías estereotipadas con actitudes negativas estamos animando a su discriminación. La clave sigue siendo trabajar desde los datos objetivos, básicos en la labor del periodista”.
De todos modos, no podemos combatir los discursos de odio por otros iguales. La solución radica en dos ejes principales; en primer lugar, hay que formular leyes capaces de luchar y criminalizar los discursos discriminatorios en todos los medios de comunicación, en todas sus formas, basados en raza, religión, color de piel, identidad nacional, etc., y aplicar estas leyes rigurosamente a todos sean individuos, plataformas, instituciones etc. En segundo lugar, hay que sensibilizar a la sociedad y alertar a todos los individuos de la gravedad del discurso de odio que podría dividir la sociedad y desintegrar sus fuerzas sembrando resentimientos y odio entre sus miembros que comparten la misma patria.
Entonces, todos asumimos la responsabilidad de luchar contra dichos discursos y rechazar rotundamente todas las prácticas y declaraciones que aspiran a discriminar un grupo en concreto o a su propia cultura. Los estados deben declarar una actitud decisiva contra dichos discursos. Asimismo, las instituciones intelectuales y religiosas deben dar a conocer a los pueblos del peligro de dicho fenómeno para que no sean presas de las agendas que abordan los discursos de odio.
Por esto, al-Azhar, la institución sunita más prestigiosa del mundo islámico ha tomado varias iniciativas en aras de acabar con dichos discursos y aún no escatima ningún esfuerzo con el fin de promover los valores de paz y fraternidad entre todos los individuos de la sociedad.
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