Estos días coinciden con el tercer aniversario de los trágicos atentados terroristas de Barcelona y Cambrils, que fueron una serie de atentados terroristas que tuvieron lugar en Cataluña. Estos atentados se llevaron a cabo como un atropello masivo con una furgoneta blanca en un paseo turístico de Barcelona. Después de varias horas, el grupo terrorista Daesh reivindicó ‎ la responsabilidad de estos ataques a través de su agencia de noticias Amaq. El ataque causó la muerte de 16 personas, incluidos dos niños de tres y siete años, además de 131 heridos.
Daesh contó, para realizar estos atentados terroristas, con una célula formada por un grupo de lobos solitarios, y esta táctica fue la principal tendencia de la organización tras la caída de sus principales áreas de concentración en Siria e Irak. Para entender bien lo que pasó en dichos atentados acercamos a la célula de Ripoll que fue compuesta de nueve jóvenes vecinos. Además, este grupo estaba unido por una estrecha relación de amistad y parentesco, y todos eran jóvenes menos de los veinte años, con la excepción del líder Abdelbaki Es Satty, que tenía 45 años. 
Además, todos compartían lazos sociales como descendientes de inmigrantes marroquíes, y formaban parte de las denominadas segundas generaciones tras haber nacido o crecido en España. A través de los detalles de estos ataques, se puede decir que los grupos extremistas en general apuntan a los jóvenes y abusan su falta de experiencia en la vida, así como la falta de conciencia religiosa e intelectual, mientras explotan las ideas de marginación, injusticia y falta de igualdad social. Estos grupos terroristas también intentan adoctrinar a los jóvenes con ideas extraviadas y convencerlos de que lleven a cabo ataques que sirvan a los intereses malignos de los mismos grupos. También, se nota que el uso de vehículos como arma de matar, ya es una táctica para los grupos terroristas, es una de las herramientas utilizadas en las últimas dos décadas. 
Por otro lado, los lobos solitarios se han convertido en el brazo principal de esos grupos terroristas en la realización de sus actos criminales. Por su parte el Observatorio de al-Azhar Contra el Extremismo confirma que el terrorismo no respeta la religión, la cultura, el género ni la lealtad, excepto por sus perniciosos intereses y fines. Es cierto que la manipulación de los grupos terroristas a la mente de algunos jóvenes no durará mucho y su falsedad y desvío quedarán claros. El Islam, al igual que las otras religiones y creencias, rechaza la violencia y prohíbe matar el alma humana y la considera la más sagrada del universo. También considera que violar la santidad del alma humana es una violación de toda la humanidad y una agresión contra todas las costumbres y leyes divinas y mundanas. 
Además, el Observatorio de al-Azhar afirma que entre las principales lecciones aprendidas de estos ataques es la necesidad de formar una mentalidad intelectual y religiosa moderada, impartiendo una asignatura de educación religiosa islámica en las escuelas públicas de España que les permita distinguir entre las ideas correctas y las desviadas para protegerse a sí mismos y a su comunidad del extremismo.
En el mismo contexto, todos los responsables del mundo deben trabajar para unificar el tejido nacional de sus sociedades con el fin de lograr la solidaridad social para todos, para que nadie se sienta marginado o de segunda clase en los tratos oficiales desde los países en los que reside. Este comportamiento cierra el acceso de los extremistas a las mentes y almas de los jóvenes durante el proceso del reclutamiento.
El Observatorio de al-Azhar destaca que el peligro de los grupos extremistas sigue existiendo y radica principalmente en los lobos solitarios, que a menudo no destacan las características del extremismo, lo que dificulta enormemente el proceso de su identificación. También, reafirma la necesidad de consolidar la coexistencia pacífica entre todos los miembros de la sociedad y unificar los esfuerzos para enfrentar al extremismo y al terrorismo.

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