La homosexualidad y el cambio de sexo desde una perspectiva religiosa

  • | Thursday, 16 December, 2021
La homosexualidad y el cambio de sexo desde una perspectiva religiosa

     Es bien sabido que las relaciones humanas se constituyen a partir de la moral, los valores supremos, el respeto y cumplimiento de las enseñanzas religiosas, y la preservación de las costumbres y tradiciones heredadas de nuestros ancestros, de generación tras otra. En este sentido, las religiones celestiales, por unanimidad, establecen algunas normas que regulan la sexualidad en la vida privada del hombre dentro de un marco preciso y bien conocido para todos, con la finalidad de proteger a la sociedad de la decadencia moral y de la falta de ética que experimentan muchos individuos en diversos países del mundo.  
Actualmente, existen algunos fenómenos extraños a los establecidos en las sociedades ‎humanas, como la zoofilia, la pedofilia, el incesto, entre otros, y parecen perfilarse prácticamente en el horizonte de nuestras sociedades árabes e islámicas. Sin embrago, la homosexualidad forma parte de dichos fenómenos que afectó negativamente al código moral y sanitario de las personas, provocando la aparición de brotes de enfermedades mortales como el Sida, que ataca el sistema inmunológico del ser humano. 
De igual manera, el impacto de este fenómeno favoreció el surgimiento de otros más ‎graves tal y como se muestra en el ‎matrimonio entre personas del mismo género y las operaciones del cambio de sexo sin contar con alguna urgencia médica. Desde entonces, los dotados de un intelecto puro se vieron obligados a asumir su responsabilidad y hacer frente a dichas olas devastadoras a fin de proteger las nuevas generaciones y conservar la raza humana tal como fue establecida por el Creador.
En cuanto al matrimonio igualatorio, el Papa emérito Benedicto XVI lo denuncia en la introducción de su libro, que acaba de salir a la ‎venta en Italia,‎ La verdadera Europa: Identidad y misión, y sostiene que el concepto de "matrimonio del mismo sexo" es "una contradicción con todas las culturas de la humanidad que han seguido hasta ahora, y esto significa una revolución cultural que es opuesta a toda la tradición de la humanidad hasta hoy". Del mismo modo, para poner de manifiesto el rechazo de ese tipo de unión, y de manera oficial para salir a aclarar todas las dudas a ese respecto, la Iglesia Católica declaró que "no es lícito" para la institución eclesiástica otorgar una bendición para las relaciones entre personas del mismo sexo. 
Por su parte, el Gran Imán de Al-Azhar, en más de una ocasión, argumentó que la homosexualidad no forma parte de los derechos humanos sino es una de las enfermedades mentales que nuestras comunidades son capaces de rechazarlas. Asimismo, criticó el dinero destinado para las campañas sistemáticas que se lanzan bajo la dirección de organizaciones internacionales, cuyas plataformas cuentan con programas y material informativo que favorecen los derechos de los homosexuales en aras de difundirlo en las sociedades del mundo entero, incluidas las sociedades árabes e islámicas. Sin embargo, el objetivo principal radica en destruir el código de los valores religiosos, morales y sociales sobre los cuales se basan nuestras sociedades árabes e islámicas. 
Igualmente, refiriéndose a las operaciones de cambio de sexo, el Gran Imán condenó enérgicamente los ‎llamamientos incesantes de la comunidad internacional que fortalecen ‎esta erosión moral: "Al-lah, Alabado sea, creó al ser humano y le dio la ‎mejor de las formas. Asimismo, Él, Glorificado sea, prescribió que este ‎universo siguiera en marcha en virtud de Su propia voluntad y sabiduría. ‎Lo que vemos hoy en día de esa obsesión creciente de cambio de sexo sin ‎basarse en una necesidad médica urgente, se está convirtiendo en un ‎procedimiento contrario a la naturaleza innata, al sentido común y a ‎todas las religiones divinas que lo rechazan. Es un intento desesperado ‎que tiende a cambiar la creación de Al-lah, y a seguir los deseos y ‎caprichos bajo el pretexto de unas libertades falsas".‎
Sin lugar a dudas, la protección de nuestros jóvenes se convierte en un deber religioso, nacional y humanitario. Pues así, todos los miembros de la sociedad deben aunar los esfuerzos necesarios para sensibilizar a las nuevas generaciones del peligro de los fenómenos que se contradicen con la moral y las enseñanzas divinas, y promover los valores sociales y humanitarios que aún siguen siendo el motor de la prosperidad y el desarrollo de pueblos y naciones.
 

Print
Categories: Artículos
Tags:
Rate this article:
No rating

Please login or register to post comments.