Combatir la islamofobia

  • | Sunday, 17 October, 2021
Combatir la islamofobia

     No será necesario empezar este ensayo con una definición del fenómeno que estamos abordando, ya que todos sabemos de qué se trata, y algunos de nosotros reconocemos haber sido víctimas del mismo, de una forma u otra. Tampoco pretendemos defender la religión islámica o repetir por enésima vez que los extremistas no representan toda una religión, existente ya desde casi quince siglos, de paz, fraternidad y civilización, conocida no solo en la tierra de Al-Ándalus, sino en todo el globo. 
Lo que sí reivindicamos es poner fin a este fenómeno vergonzoso. Una población de millones de personas no debe someterse a esa injusticia sea por culpa de un grupo de musulmanes extremistas o de unos ignorantes de las otras religiones. Como hemos señalado que el problema se debe a ambos lados, también lo es la solución. Será ilógico que los musulmanes, las víctimas del fenómeno, luchen solos. Debemos unir los esfuerzos del mundo islámico y los de Europa contra esta discriminación, no solo para entregar a los musulmanes su derecho a la vida y la libertad, sino también para que Europa goce de un ambiente de armonía y tranquilidad que el mundo entero precisa en nuestra época.
El Observatorio de Al-Azhar contra el Extremismo ha detectado que España es uno de los países europeos en los que la islamofobia no llegó a la gravedad de la existente en otros lugares del continente, pero efectivamente nos hemos percatado dolorosamente del hallazgo de suficientes casos para denominarlo “fenómeno”, cuyas manifestaciones varían desde miradas curiosas hasta los daños a la propiedad y las agresiones físicas. 
Cabe añadir que uno de los factores principales en el aumento de ese tipo de discriminación en Europa en la última década es el exceso número de inmigrantes y refugiados, en su mayoría musulmanes, que llegan al viejo continente. Ahora bien, ¿son los propios refugiados la causa del incremento del fenómeno o es cómo los tratan y reciben los europeos? Para responder a esa pregunta cabe subrayar que el “miedo” más constante de los europeos a los nuevos residentes de su sociedad no se debe al hecho de que ocupen sus trabajos o inhabiten sus casas, sino que les aterroriza, si el contexto me permite utilizar esta expresión, que esas olas de refugiados vienen a conquistar su tierra, lo que tiene mucho que ver con la memoria histórica de muchos europeos cuyos ancestros habían conquistado a continentes enteros. La única diferencia en nuestro caso es que los conquistadores llegaban en barcos enormes con esperanzas de riquezas y oro, mientras que los refugiados que sobreviven en las pateras solo sueñan con un techo bajo el que no serán asesinados, ni discriminados y llamados terroristas. 
Entre las categorías que más sufren de ese tipo de discriminación son las mujeres musulmanas. Y es sumamente interesante que los mismos islamófobos que no distinguen entre religión y raza, creyendo que todos los árabes son musulmanes, y por ende terroristas, y que todos los musulmanes son morenos que llegan de un “islamolandia” remoto; son los mismos que practican su discriminación a cualquier mujer que lleve el hiyab, incluso si es con aspecto europeo. Lo que nos lleva a la clave que consideramos la más importante en combatir ese fenómeno: combatir la ignorancia y promover la convivencia y la tolerancia hacia el prójimo. Los medios de comunicación que se apresuran a divulgar y exagerar cualquier noticia en la que el reo sea musulmán deben asumir su papel de educar a los pueblos sobre los derechos humanos de todos los humanos, musulmanes, negros, con discapacidades, o cualquier otra persona: así como dar más oportunidades a los musulmanes a hablar sobre su religión, y aclarar que una religión tan tolerante no merece una fobia, sino respeto y convivencia. 
En la institución de Al-Azhar no escatimamos ningún esfuerzo para erradicar este fenómeno, publicando, por nuestra parte informes y libros sobre la verdadera esencia de nuestra religión, al mismo tiempo que llamamos a los líderes y las instituciones y a los individuos sensatos e imparciales en todo el mundo a unirse con nosotros para crear un clima de convivencia y fraternidad. De esos esfuerzos cabe destacar el Documento sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común que firmaron conjuntamente el Gran Imán de Al-Azhar y el Papa Francisco, en el que pretenden las dos grandes potencias realizar un cambio verdadero en la situación de las religiones y los pueblos de nuestro tiempo.
 

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