El Sahel africano es una de las regiones más peligrosas en cuanto a las actividades terroristas de los grupos extremistas, en consecuencia, las Naciones Unidas, especialmente después de la retirada de las fuerzas europeas de esta región, dio máxima importancia y prioridas a esta cuestión. En Malí, por ejemplo, el poder del grupo Nusrat al-islam wal muslmin (Apoyo al islam y a los musulmanes) creció considerablemente en 2017 tras la unión de otras cuatro organizaciones terroristas: “Ansar ad-Din” (los Guardianes de la Religión), “el Frente de Liberación de Massina”, “al-Mourabitun” (los soldados en primera línea) y al-Qaeda en el Magreb.
El grupo terrorista se benefició mucho de la debilidad del ejército maliense, asimismo, los elementos radicales han fortalecido sus lazos con la población integrándose con ellos y presentándoles todo el apoyo material al alcance. Debe a ello han logrado controlar muchas zonas del país. La organización terrorista también está haciendo uso de la media social para reclutar a nuevos miembros de las tribus "Fulani" con el objetivo de presentarse a sí misma como el principal rival del gobierno maliense. 
Cabe señalar que el Índice Global de Terrorismo en 2022 clasificó a “Nusrat al-islam wal-muslmin” como la organización terrorista de "más rápido crecimiento" en el mundo, habiendo registrado el mayor número de ataques y víctimas en 2021. Según el informe, los ataques del grupo han dejado a 351 personas muertas en el último año. Malí ocupa el primer lugar en términos de número de operaciones terroristas, seguido de Burkina Faso.
El Observatorio de Al-Azhar cree que la inestabilidad de aquellos países donde actúan estos grupos terroristas y su frágil situación de seguridad, están empujando a más de estos grupos a controlar más territorios y, a la vez, mentes para sus fines criminales, por ello se debe tener en consideración la extrema necesidad del desarrollo integral en estos momentos críticos de la historia del continente negro, que debería ser una de las prioridades de los políticos y funcionarios de estos países, especialmente los de la región del Sahel y del Cuerno de África, donde estas organizaciones terroristas han experimentado una notable actividad.