¿Por qué se quema el Corán dos veces dentro de un mes en Suecia? y ¿Por qué la policía se calla?  
Es una pregunta causada por el comportamiento temerario e irresponsable de un racista extremista, Rasmus Paludan, líder del partido de extrema derecha Stram Kurs (Línea Dura) en Suecia, quien el 15 de abril quemó una copia del Sagrado Corán durante su campaña electoral en Suecia, bajo la protección de la Policía Sueca.
‏‏A pesar de las reacciones que rechazan este flagrante abuso, parece que la protección policial a este criminal lo animó a repetir su crimen, ya que hizo lo mismo un mes después, concretamente el 14 de mayo, quemando otra copia del Sagrado Corán en una zona densamente poblada de musulmanes en la provincia sueca de Västra Götaland. En una actitud de provocación a los musulmanes, 100 policías protegieron a Paludan durante el acto de quema de un ejemplar del Corón. 
De hecho, este comportamiento no se considera sorprendente en un país como Suecia, en comparación con posiciones anteriores sobre el islam y los musulmanes. Pero lo que sorprende es la reiterada protección de la policía, que pone en cuestión su credibilidad e imparcialidad, a sabiendas de que esta conducta puede desembocar en una crisis que afecte negativamente el estado de convivencia y estabilidad social en ese país. 
La verdad es que hay otros motivos, como el odio de Paludan hacia los musulmanes y su existencia en ese país, y el discurso populista que Paludan y otras personas que siguen el mismo camino llevan a cabo, y promueven la idea de que los valores islámicos son incompatibles con los valores occidentales.
La existencia de un terreno social que acepta este discurso extremista, a cambio de ciertos intereses políticos, es uno de esos motivos maliciosos para tales abusos.
Parece que la crisis ya no consiste en los comportamientos individuales, y por ello, ha llegado el momento de promulgar una ley disuasoria contra la difamación de las religiones y los delitos de odio, que marque la diferencia entre la libertad de expresión y el desprecio de las religiones. 
Por lo tanto, es necesario tomar una posición decidida contra los grupos de extrema derecha, y dejar de hacer oídos sordos ante sus sucesivos crímenes, que solo traerán más tensión a las sociedades europeas.