El arma biológica es una de las armas de destrucción masiva más poderosas en términos de letalidad, destrucción y devastación que deja tras de sí, y lo que aumenta el riesgo es que su obtención no requiere capacidades exorbitantes, ni en el aspecto material ni en el técnico, motivo por el cual este tipo de armas se han convertido en uno de los medios más fáciles de usar para todas las organizaciones terroristas.
El bioterrorismo también está considerado como una de las actividades más peligrosas de las organizaciones terroristas que utilizan, en sus sangrientos ataques‎, bacterias, virus, mensajes biológicos, insectos y ‎animales que provocan enfermedades epidémicas. La peligrosidad de dichas armas radica en su carácter invisible, y en lanzarlas sin previo aviso, así como en sus efectos tremendos que no aparecen de una forma inmediata. De ahí que se ha convertido en una de las armas más feroces y violentas que las otras por el número de las víctimas que deja tras sí, incluyendo a todos los grupos de edad sin dejar espacio ni posibilidad  para respetar la diferencia entre civiles y militares. Es más, sus efectos destructivos van más allá de los humanos, afectan ‎incluso a los animales, de los cuales se utilizan algunos dentro ‎del sistema de armas biológicas.
El bioterrorismo se define como: "el uso intencionado de ciertos microorganismos, conocidos como "microbios", así como de sus secreciones tóxicas, con el fin de causar enfermedades o la muerte masiva del ser humano, acabar con su riqueza vegetal o animal, o la contaminación de fuentes de agua o alimentos, o la destrucción del entorno natural en el que vive, que puede incluir la destrucción durante varios años (Ibrahim, 1986).
El bioterrorismo posee varias características que lo convierten en el tipo de terrorismo más peligroso, siendo las más importantes su velocidad de propagación, ya sea por el aire o por cualquier otro ‎factor, su capacidad superior para transmitir infecciones, crecer y multiplicarse bajo diversas condiciones ambientales en el caso de usar microbios vivos, así como su alta capacidad de almacenamiento donde permanece estable, manteniendo el efecto durante largos periodos, y resistiendo la acción de antígenos y otros anticuerpos.
 Existen varias formas a través de las cuales el bioterrorismo puede ser utilizado por organizaciones terroristas, dependiendo del tipo y propósito del arma biológica utilizada. Estos métodos pueden resumirse como sigue: 1- Lanzamiento de armas biológicas mediante la propagación de microbios a través de intermediarios de insectos o roedores que transmiten enfermedades. 2- Se liberan rociándolas con la dirección del viento desde un avión o un barco. 3- Tirarlas desde una fuente de lanzamiento artificial, o colocarlas dentro de "ojivas biológicas". 4- Utilizarlas para contaminar fuentes de agua y alimentos. 5- Inyectarlas directamente debajo de la piel o suministrándolas en forma de aerosol.
A ese aspecto en concreto, las autoridades de seguridad estadounidenses informaron de la existencia de un paquete en la sala de correo de la Casa Blanca donde se creía contener especie de bacterias de tipo mortal como Bacillus anthracis que causa el ántrax maligno (o carbunco), una de las enfermedades contagiosas. De ahí que, se tomaron todas las medidas necesarias y las personas presentes en el lugar fueron retenidas y puestas en cuarentena, para evitar la transmisión de la enfermedad, pero luego se comprobó que el paquete no contenía ninguno de estos dos tipos de bacterias.
Un informe de las Naciones Unidas también incluyó que Dáesh usó armas químicas en Iraq entre 2014 y 2019 tras haber fabricado cohetes, morteros químicos, municiones químicas para cohetes bomba, ojivas químicas y artefactos explosivos químicos improvisados. Asimismo, el informe reveló el encuentro y examinación de pruebas relacionadas con las compensaciones que pagó el ISIS a las familias de miembros asesinados mientras lanzaban armas químicas, así como de registros relacionados con la formación que estaba proporcionando Dáesh a agentes clave sobre el uso de sustancias químicas como armas, incluidos dispositivos de dispersión química.
Pues entonces, resulta necesario combatir el bioterrorismo a través de la solidaridad internacional y adoptar una visión unificada en la que se combinen los esfuerzos de combate a nivel intelectual, la coordinación sobre el terreno, y el intercambio de experiencias en este campo.
Asimismo, declarar acuerdos internacionales para prevenir la proliferación y fabricación de tales armas, y comprometerse a aplicarlos en la paz y en la guerra. Establecer criterios claros para responsabilizar a los Estados que patrocinen el bioterrorismo, ya sea mediante financiamiento o adiestramiento, o si estos Estados son refugio de organizaciones terroristas. La necesidad de que todos los organismos estatales cooperen para lograr la seguridad y la paz, especialmente los medios de comunicación, que tienen un papel fundamental a la hora de orientar y guiar a las personas y educarlas sobre los peligros y los efectos devastadores del terrorismo en general y del bioterrorismo en particular.
En definitiva, el Observatorio de Al-Azhar contra el Extremismo considera que los grupos terroristas no dejarán de buscar los diversos medios para poner en práctica sus programas criminales y sus prácticas sangrientas, tampoco dudarán en seguir todos los medios que garanticen la imposición de sus políticas brutales. Surge así la importancia de reflexionar seriamente y tratar con profesionalidad estas amenazas, con la necesidad de que todas las partes e instituciones trabajen para proporcionar la protección necesaria contra estas ideas y prácticas desviadas.