El extremismo es uno de los flagelos más peligrosos que destruye sociedades y Estados. A pesar de que las operaciones terroristas suelen ser realizadas por hombres, debido a las diferencias físicas y musculares, los últimos años han confirmado una notable implicación de las mujeres en la realización de ataques terroristas, después de que las grupos extremistas lograran reclutarlas entre sus filas, sea por persuasión o por intimidación. Puesto que, el papel fundamental de la mujer, sea en la familia o en la sociedad, y su capacidad para producir cambios positivos, la convierte en un objetivo para los grupos terroristas.
Los factores de participación de la mujer en organizaciones terroristas pueden clasificarse en dos factores principales: factores atractivos y factores impulsores, de modo que las organizaciones terroristas adoptan métodos específicos para reclutar mujeres maltratadas socialmente, mediante el uso de discursos emocionalmente inspiradores, que puede presentarse en forma de imagen o video, que pueden aparecer en formato de foto o video, atrayéndolas a recibir privilegios perdidos en sus comunidades, y que formarán parte de una gran sociedad de mujeres lejos de cualquier práctica de racismo y discriminación contra ellas. También explotan las condiciones económicas como un medio importante para engañarlas y atraerlas. En realidad, estamos ante grupos terroristas que poseen herramientas efectivas para atraer a mujeres de diferentes culturas y nacionalidades.
Además, convendría mencionar los factores que empujan a las mujeres a unirse a organizaciones extremistas, como la falta de educación adecuada, el sentimiento de injusticia social que les impide obtener sus derechos sociales, así como el sentimiento de aislamiento y marginación, y las prácticas de racismo y discriminación contra ellas en algunas sociedades. De esta forma serán fácilmente engañadas por las interpretaciones erróneas de los grupos terroristas de la idea de la yihad, el heroísmo y la construcción de un nuevo “estado islámico”.
A pesar de las diferencias en la naturaleza y la gravedad de la violencia contra la mujer, sus efectos a largo plazo son negativos tanto para la mujer como para la sociedad en su conjunto, y tienen consecuencias devastadoras, es decir, pueden provocar la muerte o trastornos psicológicos, que puede incitarlas a unirse a un grupo terrorista para buscar venganza contra aquellos que la causaron sufrimiento.
Debido a esto, se han cambiado las tareas de las mujeres dentro de los grupos terroristas, es decir, a parte de criar a los niños se han involucrado en muchas otras tareas peligrosas, incluyendo atraer nuevos de mujeres, reclutar jóvenes persuadiéndoles de casarse con las mujeres del grupo terrorista, difundir las ideas extremistas a través distintos sitios web, incluso se han involucrado en el transporte de armas y equipos y llevar a cabo operaciones suicidas.
Aquí surge la siguiente pregunta: ¿Acaso son las mujeres que se unen a las organizaciones terroristas? A través del seguimiento continuo y preciso del Observatorio de Al-Azhar Contra el Extremismo de esta cuestión, se ha demostrado que las mujeres se dividen en dos categorías en general: la primera refleja las mujeres que eligieron unirse a los grupos terroristas voluntariamente sin coacción u obligación, en busca de dinero, matrimonio u otras razones, la chica británica llamada “Shaimaa Begum”, quien fue despojada de su ciudadanía británica tras unirse a “Dáesh” en su adolescencia con el objetivo de casarse con uno de los combatientes de “Dáesh”. La segunda radica en las mujeres que fueron obligadas a unirse a las organizaciones terroristas y participar en operaciones suicidas, como mujer siria, llamada Jadija. Era maestra en la escuela primaria y de repente se convirtió en miembro de la “Brigada Al Jansaa” de “Dáesh”, además de otras mujeres que fueron secuestradas y obligadas a permanecer bajo amenaza de armas.
En consecuencia, es necesario proteger a las mujeres para que no se caigan presas fáciles en manos de los grupos extremistas y terroristas, armándolas con el pensamiento correcto y protegiéndolas de cualquier idea erróneas y desviada. Pues la protección y concienciar a las mujeres genera la paz y seguridad en la familia y la sociedad, ya que ellas tienen la responsabilidad de educar a los hijos, guiarles hacia el camino correcto, corregir sus ideas religiosas y culturales, formando generaciones capaces de distinguir entre ideas correctas y erróneas que pueden llevarles a caer en las garras de las organizaciones extremistas.
Asimismo, el empoderamiento de la mujer y su participación en los centros e instituciones de lucha contra el extremismo y el terrorismo en la sociedad contribuirán positivamente a incrementar la conciencia sobre los peligros del terrorismo y el extremismo y a y a conocer sus métodos.
Por último, las sociedades deben abordar las cuestiones y los aspectos negativos que las mujeres han sufrido durante mucho tiempo, empoderarlas para que puedan ejercer sus derechos, cumplir sus responsabilidades y deberes en la sociedad sin discriminación, y hacer frente a los factores psicosociales que los grupos extremistas explotan para reclutar las mujeres.