El ejército nigerino confirmó el domingo por la noche la muerte de tres funcionarios gubernamentales y un militar que los acompañaba durante el fin de semana pasado en el sureste del país, en un ataque llevado a cabo por "hombres armados" que se infiltraron desde la vecina Nigeria. El ataque tuvo lugar en una zona fronteriza entre Níger y Nigeria, durante una misión del grupo objetivo en la región de Diffa, en el sureste de Níger, mientras que los atacantes huyeron hacia Nigeria.
El comunicado del ejército atribuyó los factores que ayudaron a llevar a cabo el ataque a la bajada del nivel del río Komadugu Yobe, que ofrece múltiples puntos de cruce desde Nigeria para que los "terroristas de Boko Haram" ataquen a los usuarios pacíficos de la carretera nacional principal, donde se produjo el ataque.
Tras el ataque, las autoridades de la región prohibieron estrictamente a los vehículos todoterreno circular sin escolta militar por la carretera que une las ciudades de Maine Soroa y Diffa, una zona de 70 kilómetros de extensión en la que se repiten los ataques.
Por su parte, el Observatorio de Al-Azhar señala que el ataque, que los medios de comunicación oficiales tardaron en anunciar, mientras que el grupo Dáesh se atribuyó la responsabilidad a través de sus plataformas mediáticas considerándolo una victoria para los soldados de su supuesto califato, enciende las alarmas por varias razones, entre las que destacan la explotación por parte del grupo terrorista de las lagunas de seguridad fronterizas, especialmente las fronteras naturales, para infiltrar a sus elementos y trasladar el teatro de operaciones de un país a otro en África, lo que convierte a toda la región del lago Chad en una zona de emergencia sujeta a las amenazas del grupo y de otras milicias armadas la mayor parte del tiempo.
Además, el ataque en este momento es una respuesta rápida a las maniobras conjuntas realizadas por Níger y sus cuatro vecinos, Burkina Faso, Malí, Chad y Togo, para rastrear y destruir los focos de las organizaciones terroristas en la región.
A esto se suma el uso por parte del grupo Dáesh de este tipo de ataques terroristas en su guerra psicológica y mediática contra las fuerzas gubernamentales. El seguimiento del Observatorio a la narrativa de Dáesh sobre el ataque y otros ataques de los que el grupo se ha atribuido la responsabilidad en diversas partes del continente africano revela que el grupo sigue una política de exagerar sus crímenes y minimizar los esfuerzos de lucha contra el terrorismo, con el objetivo de sembrar el terror en los ciudadanos, socavar la confianza entre la población y las fuerzas de seguridad y elevar la moral de los elementos del grupo, especialmente tras los golpes que ha recibido recientemente y los movimientos de las fuerzas gubernamentales para rastrear a los terroristas del grupo.
El Observatorio de Al-Azhar hace hincapié en la necesidad de trabajar en paralelo en la lucha contra el terrorismo en el campo y en el ámbito intelectual, coordinando los esfuerzos conjuntos, especialmente entre los países con fronteras comunes, y señala la importancia de reforzar la conciencia sobre la realidad ilusoria que estas organizaciones pretenden imponer a través de sus plataformas mediáticas, que anuncian cientos de operaciones y presentan el terrorismo que practican contra los inocentes como una yihad sagrada y un deber religioso.