El Día Mundial para la Prevención del Suicidio surge como un imperativo ineludible para la reflexión y la actuación en torno a tan acuciante problemática. La Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) instituyeron este día, el 10 de septiembre, con el loable propósito de eliminar el estigma que acompaña al suicidio y resaltar la importancia de la intervención precoz y el apoyo integral a la salud mental. A nivel mundial, el suicidio se erige como una de las principales causas de mortalidad, con cerca de 700 000 vidas perdidas anualmente, según informes de la OMS. No obstante, esta cifra, alarmante por sí misma, podría ser aún mayor debido a la subnotificación generada por el estigma cultural y social asociado al suicidio. La incidencia varía entre regiones y grupos demográficos, si bien los hombres presentan un mayor riesgo en comparación con las mujeres, quienes, a su vez, tienden a intentar el suicidio con mayor frecuencia. En América Latina, la situación no difiere significativamente.
Las estadísticas revelan un incremento en las tasas de suicidio en diversos países de la región, lo que subraya la urgente necesidad de implementar políticas públicas y estrategias comunitarias efectivas para abordar este desafío. La pandemia del COVD-19 ha exacerbado la crisis global de salud mental, con un marcado aumento en los niveles de ansiedad, depresión y estrés, factores que muy probablemente han contribuido al alza en las tasas de suicidio. La prevención del suicidio requiere comprender en profundidad los factores de riesgo asociados, que abarcan desde condiciones de salud mental, como la depresión y la ansiedad, hasta trastornos del comportamiento, abuso de sustancias y factores socioeconómicos y culturales. El acceso restringido a los servicios de salud mental, la violencia doméstica y el aislamiento social también aumenta el riesgo de suicidio. Para abordar esta compleja problemática, se requiere un enfoque multifacético que involucre a la comunidad, a los profesionales de la salud y a los responsables políticos. En efecto, las estrategias efectivas incluyen la educación y concienciación, la intervención temprana, el acceso a servicios de salud mental, el apoyo comunitario y la implementación de políticas públicas favorables a la prevención del suicidio.
En conclusión, el Día Mundial para la Prevención del Suicidio nos insta a hacer frente a una de las crisis de salud más apremiantes de nuestro tiempo con un compromiso colectivo. A través de la educación, la intervención temprana y el apoyo continuo, podemos colaborar para reducir la incidencia del suicidio y ayudar a quienes se enfrentan a desafíos de salud mental. Es vital avanzar en la comprensión de esta problemática compleja y reconocer el valor de cada vida, así como la importancia de cada esfuerzo en la prevención del suicidio. Por su parte, la institución de Al-Azhar ha afirmado en más de una ocasión que el suicidio se considera un crimen humanitario cometido por una persona contra sí misma y su familia. En el mismo sentido, el Centro Mundial de Al-Azhar para las Fetuas Electrónicas ha lanzado una amplia campaña de sensibilización titulada «Tú vales mucho para nosotros» como parte de su estímulo a cualquier persona que sufra estrés y problemas psicológicos para que busque asesoramiento psicológico. El objetivo de la campaña es proporcionar apoyo psicológico a los jóvenes y ayudarlos a resolver sus problemas, a la luz de los recientes casos de suicidio de jóvenes egipcios, siguiendo las directrices del Gran Imán de Al-Azhar, Prof. Dr. Ahmed Attayyeb. El Observatorio de Al-Azhar Contra el Extremismo confirma que el compromiso global con la prevención del suicidio y la promoción de la salud mental no solo tiene el potencial de salvar vidas, sino también de fortalecer comunidades más cohesionadas. Este día nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre nuestros logros, identificar áreas de atención y renovar nuestro compromiso con una sociedad más solidaria y comprensiva.