Al-Azhar expresa su profundo dolor e indignación ante la continuada parálisis internacional y el silencio cómplice de las organizaciones globales frente al drama incesante que azota al pueblo palestino en la Franja de Gaza, sometido a un asedio implacable durante más de quince meses. El invierno, cruel testigo de tragedias inconcebibles, ha dejado imágenes que estremecen: tiendas de campaña arrasadas por las lluvias, desgarradas por los vientos, sepultando en su derrumbe a familias enteras. Niños que mueren congelados en el regazo de sus madres, abrazados por un amor que no basta para protegerlos del horror. Estas escenas no solo muestran el sufrimiento de un pueblo, sino que denuncian la insensibilidad abrumadora de un mundo que ha elegido anestesiarse frente a la barbarie, permitiendo que reine una apatía insostenible entre los arquitectos del poder global.
Asimismo, Al Azhar deplora la indiferencia que reina en los escenarios internacionales y árabes, tanto políticos como mediáticos, ante el genocidio sistemático y las masacres perpetradas contra inocentes. Estos crímenes, que incluyen un atroz proceso de limpieza étnica y exterminio colectivo, representan un espectáculo escalofriante de brutalidad normalizada. Las vidas de mujeres y niños masacrados en Gaza han sido reducidas a simples cifras, convertidas en un tema más que se transita con frialdad entre titulares, como si el asesinato de palestinos inocentes no fuese un crimen, como si este pueblo estuviera privado de derechos, al margen de las declaraciones universales de derechos humanos, de las leyes internacionales y de las constituciones que protegen la dignidad de todo ser humano.
Frente a este panorama devastador, Al Azhar exige la adopción inmediata de medidas urgentes, eficaces y concretas que garanticen el acceso a las necesidades humanitarias y los suministros de socorro para rescatar al pueblo palestino en Gaza de una catástrofe humanitaria sin precedentes. Hombres, mujeres, ancianos y niños han quedado a merced de una agresión bárbara, despiadada, carente de toda humanidad, de toda religión, moral o conciencia. ¡Es imperativo que el mundo despierte y actúe antes de que sea demasiado tarde!