- El silencio ante los crímenes de la ocupación equivale a otorgar luz verde para nuevas atrocidades.
- Lo que está ocurriendo es un intento deliberado de borrar la existencia de un pueblo entero y suplantarlo por otro o por megaproyectos inmobiliarios.
El bombardeo sistemático contra hospitales en Gaza ha dejado de ser una simple violación del derecho internacional humanitario. Se ha transformado en un acto brutal de deshumanización. En la madrugada de hoy, el Hospital Bautista –refugio para heridos, enfermos y desplazados– fue reducido a escombros por un ataque premeditado que constituye, sin ambigüedades, una **masacre colectiva.
Este patrón repetido de agresiones a infraestructuras médicas revela una intención inequívoca: no solo erradicar la tierra palestina, sino también aniquilar al ser humano y borrar su memoria.
Los bombardeos diarios, el asedio a los débiles, y el estrangulamiento de la vida en Gaza son capítulos de un oscuro compendio de crímenes frente al cual la comunidad internacional ha fallado estrepitosamente en su deber de rendición de cuentas. El silencio que siguió al primer ataque contra hospitales no fue neutral: fue una complicidad tácita, un permiso implícito para intensificar la barbarie.
Lo que presencia el mundo hoy en Gaza no es una guerra convencional. Si la analizamos bajo los parámetros del derecho bélico, queda claro que se trata de algo más atroz: una operación meticulosa para erradicar a un pueblo entero y reemplazarlo con proyectos lucrativos, construidos sobre los escombros y la sangre de los palestinos.