El terrorismo llama a las puertas de Benín... y urge una respuesta regional inmediata

  • | Wednesday, 28 May, 2025
El terrorismo llama a las puertas de Benín... y urge una respuesta regional inmediata

     Un sangriento ataque terrorista perpetrado contra una posición militar en el norte de Benín segó la vida de cincuenta y cuatro soldados del ejército el 17 de abril de 2025. Este suceso, de extrema gravedad, vuelve a poner en el candelero el vertiginoso deterioro del estado de seguridad en un país que, hasta hace poco, se contaba entre los más estables del África Occidental. Y aunque el portavoz del Gobierno, Wilfried Léandre Houngbédji, desmintió los rumores que hablaban de más de un centenar de muertos, lo cierto es que esta emboscada no puede despacharse como un mero accidente. Más bien, encarna una compleja mutación de las dinámicas de seguridad en la región, al tiempo que revela una serie de desafíos internos acumulados que han convertido al país en campo franco para la infiltración de organizaciones terroristas.
Este agravamiento de la situación obedece a causas múltiples y entrelazadas, siendo las más destacadas las siguientes:
1) El temor fundado a la expansión de la violencia desde el Sahel: Benín había permanecido, durante largo tiempo, fuera del radio de acción del azote terrorista. No obstante, la progresiva extensión de los grupos armados desde el Sahel —especialmente desde Burkina Faso, Níger y Malí— hacia los países del golfo de Guinea, como Benín, Togo y Costa de Marfil, ha hecho que estos pasen a ser blancos potenciales. Entre las organizaciones más activas en esta ofensiva figuran las organizaciones terroristas de DAESH en el Gran Sáhara y Nuṣrat al-Islam wa-l-muslimīn (lit. Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes).
2) La debilidad del engranaje de coordinación regional en materia de seguridad: a pesar de la conciencia compartida del peligro, persiste una alarmante escasez de cooperación entre Benín y sus vecinos en lo que atañe a la inteligencia y las operaciones de seguridad. Tal como indicó el portavoz del Ejecutivo beninés, esta carencia favorece la infiltración de combatientes y el contrabando de armas a través de las porosas fronteras.
3) La geografía de fronteras abiertas y accidentadas: las líneas limítrofes que separan a Benín de Burkina Faso y de Níger son extensas y están plagadas de brechas, lo que ofrece a los insurgentes vías cómodas para realizar incursiones armadas y replegarse sin dificultad tras perpetrar sus ataques.
4. La insuficiencia de las capacidades militares nacionales: el ejército de Benín acusa una severa limitación tanto en equipamiento como en experiencia operacional, particularmente frente a las tácticas irregulares empleadas por grupos armados bien adiestrados y curtidos en prolongadas guerras en campo abierto.
5. La estrategia de establecer un “corredor de influencia”: los grupos terroristas de esta región adoptan una política taimada, que consiste en ampliar sus dominios desde las arenas del Sahel hasta las costas del Atlántico, con el fin de controlar las rutas de contrabando de armas y asegurarse nuevas fuentes de financiación mediante la extorsión y la imposición de tributos ilegales a las comunidades locales.
Estas organizaciones escogen con premeditación los Estados más frágiles en términos de seguridad. Benín, por su parte, carece de experiencia en campañas militares prolongadas contra el extremismo, lo cual lo convierte en “presa relativamente fácil” para aquellos grupos que buscan infligir un golpe de efecto mediante ataques fulminantes y de alto impacto psicológico.
A modo de epílogo, puede afirmarse sin temor a exagerar que el ataque que costó la vida a cincuenta y cuatro soldados en el septentrión beninés no constituye un hecho aislado, sino un indicio elocuente de un viraje profundo en las amenazas que se ciernen sobre la nación. Aunque el Gobierno desmienta cifras infladas, la magnitud del daño obliga a replantear las estrategias imperantes.
Conviene recordar que Benín, al igual que otras naciones del golfo de Guinea, se halla ahora inmerso en un conflicto de carácter regional que exige mucho más que simples medidas defensivas en las fronteras. El terrorismo, que ya ha trascendido límites geográficos, no será vencido mediante soluciones convencionales, sino con una visión integradora que reconstruya el Estado desde sus márgenes hasta su núcleo. Tal enfoque puede resumirse en las siguientes directrices:
1) Reforzar la cooperación regional e internacional: urge la creación de un centro de coordinación que agrupe a Benín y a los países del Sahel para el intercambio de información estratégica, la ejecución de operaciones conjuntas, la formación de patrullas mixtas y el despliegue rápido en las zonas fronterizas vulnerables, con respaldo aéreo de los aliados internacionales. Todo ello ha de ir acompañado de programas de capacitación avanzada para las fuerzas armadas y los cuerpos de seguridad, centrados en la lucha antiterrorista y la guerra de guerrillas, en alianza con expertos foráneos.
2) Implementar programas de desarrollo sostenible: la inversión en infraestructuras, educación y sanidad no solo restaura la confianza ciudadana en el Estado, sino que reduce las probabilidades de que los jóvenes se enrolen en grupos radicales. Asimismo, es preciso poner en marcha proyectos que mejoren los medios de vida de las poblaciones, especialmente las juveniles, y así contrarrestar los cantos de sirena de los movimientos violentos. 
3) Elevar la conciencia y blindar el pensamiento: es imperativo lanzar campañas de sensibilización, tanto mediáticas como intelectuales, para combatir la propaganda digital de los extremistas y rebatir sus doctrinas mediante las redes sociales, en colaboración con organismos especializados. Dichas campañas deben ensalzar los valores del Islam moderado y desmontar los falsos argumentos y sofismas esgrimidos por los fanáticos.
 

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