Discurso del Gran Imán de al-Azhar Prof. Dr. Ahmad al-Tayyeb

Ginebra, 27 de septiembre de 2016

  • | Sunday, 2 October, 2016
Discurso del Gran Imán de al-Azhar Prof. Dr. Ahmad al-Tayyeb

EN LA INAUGURACIÓN DEL ENCUENTRO ENTRE EL CONSEJO MUSULMÁN DE ANCIANOS Y EL CONSEJO MUNDIAL DE IGLESIAS

 

En el nombre de Allah, el Clemente y el Misericordioso
Señores presentes:
¡La paz sea con todos vosotros!

Al principio, permítanme agradecerles por invitarme a este Encuentro que nos reúne mientras nuestro mundo pasa por difíciles circunstancias, simultáneamente con una crisis de ética que vive toda la humanidad. Los sentidos de amor y paz se convirtieron en una irregularidad excluida de una regla que domina a todo el mundo hoy en día: El egoísmo, el odio y el conflicto.
Tal vez que no exagere si digo que no hay ninguna nación que no anhela a una paz duradera y a una vida sin violencia ni terrorismo.
Es una gran tristeza que las religiones son acusadas de producir este maldito terrorismo. Es posible que aquellos que acusen las religiones no se atentan a dos realidades importantes:
La primera: que las religiones son para establecer la paz entre la gente, para defender a los oprimidos y afirmar la veneración del hombre. El nombre de mi religión es derivado de la palabra salam “paz”, y por eso se llama el “Islam”. La paz también es uno los nombres de Allah, enaltecido sea, que de sus nombres también cabe mencionar, el Misericordioso, el Compasivo, el Benigno, el Lleno de amor y el Amable. Nuestro Profeta define el musulmán como: “Aquel que no daña a la gente ni con su lengua ni con su mano”.      
La segunda: es que el terrorismo, como acusación de las religiones en general y del Islam en particular, no distingue entre un devoto y un ateo, ni entre un musulmán y otro no musulmán.  
El hecho de echar un vistazo rápido a las víctimas del terrorismo afirma que los mismos musulmanes son los más que pagan el precio de este terrorismo por su sangre y sus cadáveres. Esto no pasa solamente en Oriente -donde el terrorismo está dañando países como Iraq, Pakistán, Líbano, Egipto, Libia y Siria dividida donde se han destruido más de mil de sus mezquitas hasta el día de hoy; y se han matado más de cuatrocientas mil personas- sino también en Europa, donde se ha derramado sangre de los musulmanes además de los europeos. A pesar de ello, el gran daño que afectó a los musulmanes es, a mi modo de ver, el hecho de acusar al Islam de cometer estos crímenes; y la repetición de esta acusación se convirtió en un discurso de odio que adoptan los ultraderechistas, que ofendieron y aislaron las religiones, desplazaron a los ciudadanos de sus naciones y dañaron sus lugares de culto, de modo que los inocentes se quedaron atrapados en una encrucijada entre terrorismo e Islamofobia.     

Estimados señores:
No quiero alargarme mucho en la defensa de las religiones contra estas acusaciones, porque saben ustedes muy bien que son acusaciones injustas y falsas, pero quiero asegurar que la responsabilidad de las religiones respecto al establecimiento y la difusión de la paz es una responsabilidad substancial y primordial, más aún, es su objetivo más importante. No hay ninguna religión que no prohíbe derramar sangre, las propiedades y la honra del hombre. Yo no conozco a ninguna religión celestial que permite derramar sangre, violar a los derechos y aterrorizar a inocentes.           
Creo que la paz no se va a difundir si las organizaciones religiosas no trabajan con sus líderes para hacer la paz. Les repito la llamada de al-Azahar que hizo desde más de setenta años allí y aquí en las capitales europeas: Que primeramente es necesario difundir la paz entre los hombres de religión; entre ellos y los intelectuales y los gobernantes, antes de intentar difundirla entre la gente sencilla.   

Señoras y señores:
Resultan insuficientes las condenas y los informes de los líderes religiosos contra los ataques de violencia y terrorismo, o contra los discursos que incitan al odio; porque así es como si hubiéramos trabajando en islas aisladas del mundo en el que vivimos. Así que, hay que cooperarse para luchar contra la violencia a través de un proyecto internacional dirigido por los líderes religiosos, cuyo principal objetivo es buscar las causas de la violencia y exponer las soluciones más eficaces que enfrentan dicho fenómeno de manera científica, social y educativa.
Cabe destacar que la Institución de al-Azhar estableció una nueva asignatura en sus programas de educación para concienciar a los alumnos de los peligros del extremismo y del terrorismo, y para protegerles de los pensamientos desviados que llaman a la violencia o a unirse a grupos armados.
Paralelamente, las religiones no tienen más remedio que concienciar a los jóvenes con los valores de la misericordia y el amor mediante organizar encuentros internacionales, cuyo objetivo es dar a conocer los conceptos religiosos, sobre todo el de la ciudadanía. Todo esto forma parte de la creencia con la variedad, la libertad, la igualdad y el hecho de aceptar y respetar las creencias del otro. El Profeta aplicó estos conceptos desde hace mucho tiempo entre los ciudadanos de Medina con el mensaje: “Los musulmanes y los creyentes de Meca y de Medina, junto con los judíos forman parte de una sola nación. Los judíos tienen su religión y los musulmanes tienen la suya”.
Con esta forma, el Profeta arraigó raíces de igualdad entre los musulmanes y los no musulmanes en la primera constitución del Estado, conocida con el Documento de Medina.
En este sentido, cabe afirmar que la creencia en el valor de este principio conduce a solucionar un sinnúmero de problemas religiosos y sociales, tanto en Oriente como en Occidente.  
La legislación del Islam siempre insistió afirmando que los musulmanes en Oriente deben considerar a los que pertenecen a otras religiones como ciudadanos participantes en construir y defender a la patria. Así, se difundió una regla legislativa entre ellos: “Cada uno tiene los mismos derechos del otro, y en los deberes son también iguales”.
Al-azhar siempre llamó a los musulmanes en Occidente, como parte de la sociedad, a integrarse positivamente y a reaccionarse con ella para conseguir la paz social.
Es indudable que los líderes religiosos desempeñan un papel que no se debe ignorar que tiene como objetivo acabar con las barreras psicológicas que construyeron aquellos que llaman a la violencia y al odio. Por eso, hay que subrayar muchas realidades, como la diversidad en la creencia que es una voluntad de Allah, por la cual no se puede surgir ninguna relación de lucha ni guerra.
Finalmente, aspiramos todos nosotros multiplicar los esfuerzos para enfrentar a todas las prácticas que evitan la difusión de la paz, de la misericordia y de la justicia entre toda la gente. Al mismo tiempo, anhelamos crear un proyecto humano que nos conduce a influir positivamente en los acontecimientos que nos rodean. Deseamos encontrarnos con Allah, dotados de las buenas acciones que nos sirven ante Él.
La Paz y las bendiciones de Allah sean con ustedes.

 

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