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El discurso de bienvenida de su Eminencia, el gran Imam, a su santidad el Papa del Vaticano en la Conferencia Internacional de Al-Azhar de la Paz en 2017
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El discurso de bienvenida de su Eminencia, el gran Imam, a su santidad el Papa del Vaticano en la Conferencia Internacional de Al-Azhar de la Paz en 2017

En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Compasivo

 

Estimado Papa Francisco, Papa del Vaticano.

Señores presentes, les saludo con la salutación del Islam:

¡La paz, la misericordia y las bendiciones de Al-lah sean con ustedes!

Al-Azhar Honrado y el Consejo de Sabios Musulmanes les saludamos y les damos las profundas gracias por aceptar esta invitación, así como apreciamos su visita histórica a Egipto y a Al-Azhar Honrado. Esta visita se considera una aceptación de la llamada de Al-Azhar, un cumplimiento de la responsabilidad histórica que todos nosotros llevamos y una participación de los líderes, ulemas y hombres de las religiones divinas, a fin de asentar una paz perdida, la cual se trata de un destino que buscan los pueblos, países, miserables, enfermos, perdidos en el desierto, fugitivos de sus tierras natales a otras distantes, que no saben si las alcanzarán o serán azotados por el óbito, la perdición y el naufragio, o se convertirán en piezas y cadáveres tendidos en las orillas de los mares, como una tragedia humana muy triste. Así no faltamos la verdad si decimos: no tiene semejante en la historia humana.

Los prudentes y los dotados de conciencia despierta siguen buscando una justificación razonable de estas tragedias cuyo precio muy alto debemos pagarlo con nuestras almas y patrias; pero no hallan ni una razón lógica que justifique dichas catástrofes aposentadas en los hogares de los pobres, huérfanos, viudas y ancianos, con excepción a una justificación, en gran medida, razonable: el tráfico de armas, la garantía del funcionamiento de las fábricas de la muerte y el enriquecimiento exagerado mediante transacciones sospechosas, resoluciones internacionales imprudentes, creación de focos de tensión y de sediciones religiosas, provocación de llamadas raciales y sectarias y  de discrepancias ideológicas entre los miembros de un mismo pueblo, para que sus vidas se vuelvan rápidamente un infierno insoportables.

Es paradójico que ocurra esta crisis crucial en el siglo XXI, centuria de urbanización, civilización y derechos humanos. Asimismo, en la época del ascenso cognitivo, el gran avance científico y tecnológico y de las instituciones de paz que se preocupan por la conservación de la paz y la seguridad internacionales, cuyas Cartas implican criminalizar el uso de la fuerza, e incluso, la amenaza con ella en las relaciones internacionales. Además, es la era de las sectas y filosofías humanas, la igualdad absoluta, la comunidad de la clase única, el Modernismo no religioso, el Posmodernismo, entre otros adelantos sociales y filosóficos por los cuales se ha caracterizado nuestra época moderna.

De ahí, la pregunta fundamental de esta paradoja es: ¿Cómo la paz mundial, a pesar de todo este desarrollo, se ha vuelto el paraíso perdido? ¿Y Cómo existen en la época de los derechos humanos actos de barbarie con los cuales ninguna época anterior fue afligida? La respuesta sobre la cual creo que ustedes están de acuerdo conmigo radica en que la civilización moderna hace tabla rasa de las religiones divinas y de sus valores morales firmes e invariables conforme a la alteración de los intereses, fines y el dominio de los deseos y caprichos. El primero de estos valores es: la fraternidad, el reconocimiento y la misericordia mutua, a lo que se suma también, hacer recordar que todos los hombres son necesitados de Al-lah y el más amado de entre ellos para Él es el más beneficioso para los demás, para que el mundo no se convierta en una jungla de fieras, de modo que unas viven comiendo  a las demás.

Según lo que confirman los pensadores de Occidente y Oriente, no hay más remedio que volver a la conciencia de los Mensajes del cielo, y releer el discurso moderno descarriado de una forma crítica y profunda, de manera que salve la mente humana de la pobreza y la vaciedad de la filosofía experimental, la desviación de la mente individual autoritaria y su dominio de la vida de los individuos. Asimismo, la solución estriba en que las reformas que se hagan no deberán limitarse a embellecer solamente estas sectas y adornarles con las filosofías de la imaginación y la conciencia. Según los filósofos y creyentes, no hay más remedio que reconstituirlo todo dentro del marco de la fraternidad y la compasión mutua[1]. Dicha solución se trata de un antídoto que da vida a las sectas filosóficas y los moldes científicos y prácticos comprensivos.  Dicho contraveneno existe solamente en la farmacia de la religión.

 

Creo que, ahora, el mundo está preparado para que las religiones tomen su papel en poner de relieve el valor de la "paz", la justicia, la igualdad y el respeto del ser humano, cualquiera que sea su religión, su color, su raza o su lenguaje. En el Sagrado Corán, recitado por los musulmanes por la mañana y por la tarde, leemos: «Es cierto que hemos honrado a los hijos de Adam. Los llevamos por la tierra y por el mar, les damos cosas buenas como provisión y les hemos favorecido con gran preferencia por encima de muchas de las criaturas» (Sura 17, El Viaje Nocturno: 70).

Pero antes de eso, necesitaríamos trabajar para purificar la imagen de las religiones, de los entendimientos erróneos, aplicaciones enredadas y falsas prácticas de la religión que alimentan el conflicto, emiten el odio y provocan la violencia. De igual modo, no deberíamos enjuiciar las religiones por los crímenes de una minoría de creyentes en esta u otra religión. El Islam no es una religión de terrorismo por el hecho de un grupo de los que creen en él se hayan apresurado a secuestrar e interpretar algunos de sus textos de una manera corrupta e ignorante.  A continuación, y de conformidad con esta errónea interpretación, derraman sangre, asesinan y causan estragos en la tierra, y encuentran a aquellos que les proveen de dinero, armas y entrenamiento. Tampoco el cristianismo es una religión de terrorismo porque un grupo de lo que creen en él han llevado la Cruz y han ido cosechando las almas, sin diferenciar entre un hombre, una mujer, un niño, un luchador o un cautivo. Sumando a ello, el judaísmo tampoco es una religión de terrorismo por la manipulación de las enseñanzas de Moisés -¡la paz de Al-lah sea con él!- para ocupar las tierras, causando millones de muertos entre los propietarios de derechos del pueblo palestino forzado. Es más, la civilización europea no es una civilización de terrorismo debido al estallido de dos guerras mundiales en el centro de Europa, que causaron la muerte de más de setenta millones de muertos. Tampoco la civilización estadounidense es una civilización de terrorismo cuando sus bombas han destruido a los seres humanos y las piedras en Hiroshima y Nagasaki. Si se deja abierta esta puerta de acusación, como lo está ahora contra el Islam, ningún sistema, religión, civilización ni historia se salvaría de ser acusado de la violencia y del terrorismo.

Ciertamente, apreciamos las declaraciones de su Santidad el Papa, que abogan la verdad y apartan el Islam de la acusación de la violencia y el terrorismo. Hemos notado que Usted y esta constelación de Papas de iglesias, tanto occidentales como orientales, se empeñan en respetar las creencias y las religiones y sus símbolos, y se oponen a los que los ofenden y a aquellos que manipulan estos maltratos en activar el conflicto entre los creyentes.

Sí, Al-Azhar ha buscado y sigue buscando la cooperación para abogar por el establecimiento de convivencia, la revivificación del diálogo, el respeto de las creencias de los demás y evitar que nadie las toque y el trabajo conjunto en los campos comunes entre nosotros, los que son muchísimos. Dicho esto, conviene declarar que los desafíos  a los que nos enfrentamos, los líderes de religiones, también son muchísimos.

Dediquemos esfuerzos conjuntos por los vulnerables, los hambrientos, los temerosos, los cautivos y los que sufren torturas en varias partes del mundo sin clasificar, distinguir ni diferenciar.

Trabajemos juntos para salvar la entidad de la familia de la perdida de lo que  la acecha en comportamiento inmoral, la rebelión de la investigación científica, las aberraciones e imprudencias de algunos investigadores, y para salvar el mundo de la corrupción y de los corruptos.

Resistamos juntos las políticas hegemónicas y las teorías de: el conflicto de civilizaciones, el fin de la historia, las llamadas del ateísmo, la mentalidad maquiavélica, la modernidad contra-religiosa, y todas las tragedias y catástrofes que surgen en todas partes.

Para concluir, rogaría que Al-lah, el Clemente, el Misericordioso haga esta reunión como un paso verdadero en el que todos cooperemos para promover la cultura de paz, fraternidad y convivencia.

¡Gracias a todos!

¡La paz, la misericordia y las bendiciones de Al-lah sean con ustedes!

Editado en Al-Azhar

2 de Shaaban, 1438 de la Hégira, correspondiente a 28 de Abril, 2017

Prof. Dr. Ahmad Al-Tayyib, Jeque de Al-Azhar 

 


[1]  Véase Taha Abdel-Rahman, Roh al-hadaza (El alma del Modernismo), Centro Cultural Árabe-marroquí, 2006. P. 214.

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