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تجريبي

En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso

La paz,  la misericordia y las bendiciones  de Al-lah sean con ustedes.

 

En principio, me gustaría dar la bienvenida a todos ustedes, en especial a los queridos huéspedes de Egipto.

Eminencias, excelencias, grandes figuras y representantes de las iglesias orientales y occidentales, señores y señoras, nuevamente bienvenidos todos y muchas gracias por atender a la invitación al Congreso Mundial de Paz patrocinado por Al-Azhar y el Consejo de Sabios Musulmanes.

Me gustaría recordar que nuestro congreso no es el primero en celebrarse en torno a la investigación de esta cuestión y tal vez no será el último. Sinceramente, me honra formar parte de los ponentes de esa apertura. En este contexto, importa recalcar que la cuestión de «la paz mundial» necesita aún más seguimiento, investigación y desmenuzamiento a pesar de todo lo dicho y aportado sobre ella. El concepto de «la paz mundial» se  ha tornado en un acertijo sumamente complicado e inaprensible para toda mente que se aferre a las normas de la lógica y los axiomas del pensamiento. Dicho estado viene como resultas del desvío en el que se pierden todas las premisas y supuestos, así como se trastocan  en medio de la tenebrosidad analógica y argumentativa. A tenor de lo que dicen los defensores y filósofos e historiadores de la teoría de la paz, a lo mejor el concepto de «la paz» ya no supone un patrón o norma de vida humana. Estos pensadores confirman que «la paz» es la norma y que la guerra y violencia son la excepción. Tal vez  los defensores de la teoría de la guerra han sido más perspicaces y sagaces al entender que «la humanidad a lo largo de su historia ha presenciado ríos de sangre… Además la humanidad no ha vivido un  largo tiempo bajo el amparo de una paz total y permanente. A este respecto, algunos escritores norteamericanos aseveran que  en los tres mil  años y medio  de la historia escrita de la humanidad solo existen 268 años en los que ha perdurado la paz,  mientras que los demás años han estado  llenos de guerras. De ahí, el ilustre escritor norteamericano George Will ha colegido que «la paz es incapaz de proteger a sí misma[1]»

No cabe la menor duda de que esta situación crítica y agitada, apreciada en la observación y acecho del concepto de la paz, seduce a muchos pensadores decantándoles hacia su investigación en otras sublimes fuentes. Dicho en otras palabras, se procura escudriñar sobre ella en base a fuentes que no están supeditadas al tiempo o al espacio, que no se ven influenciados por los estados del ambiente, las circunstancias especiales o las cambiantes coyunturas históricas. Con "elevada fuente", que se muestra inmutable y reacia a la subjetividad, oportunismo y cerrazón mental y obcecación del pensamiento, me refiero a las religiones divinas y sus textos sagrados que son un refugio en el que nos albergamos para protegernos de todo mal.

Señoras y señores, que ustedes me permitan dar por terminada esta parte introductoria de mi presentación, relativamente larga, y deslizarme en un discurso conciso sobre la filosofía de la paz en el Islam, el cual abrazo como religión con cuya luz sigo la verdad de las ideas y el bien de las obras y comportamientos. Me  interesa comentar: todo  lo que se dice sobre el Islam respecto a la paz se atribuye también al cristianismo y al judaísmo. Por supuesto, esto no se trata de una cortesía para ustedes, a pesar de que su reconocimiento es meritorio en este evento, pero debido a que mi credo, que he recibido del Sagrado Corán, me enseña como musulmán, que el Mensaje de Muhammad (PyB) no es una religión aislada e independiente del de Jesucristo, Moisés, Abraham y Noé –que la paz sea con ellos- sino que es el último eslabón de la cadena de la religión única empezada con Adán y  sellada con el Profeta del Islam. Asimismo, dichos mensajes desde el primero hasta el último son idénticos respecto a su contenido, y no difieren sino en las legislaciones prácticas variables; dado que, para cada mensaje hay una legislación apropiada para cada  tiempo, lugar y seguidores.

No tenemos tiempo suficiente para citarles las aleyas que confirman que la Revelación descendida a Muhammad (PyB) es la misma enviada a Noé, Abraham, Moisés y Jesús –que la paz y las bendiciones sean con todos ellos-.

Lo anteriormente expuesto nos interpreta la concordancia entre las religiones sobre las virtudes sublimes y los buenos modales. Los Diez Mandamientos de la Ley de Dios, el Sermón de la Montaña y las aleyas que giran en torno a las mismas exhortaciones, transmiten el mismo mensaje utilizando un lenguaje sensible único.

En lo referente a la concepción de la filosofía de la paz en el Islam, que pido a ustedes, me permitan exponerla  en base a epístolas lógicamente entrelazadas. Esos mensajes son:

-El Sagrado Corán hace hincapié en la verdad de la diversidad entre la gente en lo que se refiere a la religión, creencia, lengua y color. Así como, la voluntad de Al-lah ha decidido crear diferentes a Sus siervos; ya que la diferencia es la ley invariable y permanente de Al-lah que rige entre Sus siervos.

Una de las verdades que lógicamente proceden de la realidad de la diversidad religiosa es “La libertad de abrazar cualquier religión”, porque ésta junto con la diversidad religiosa representan dos caras de una misma  moneda. Por otra parte, dicha libertad exige la negación de la coerción en la religión. Igualmente, el Corán confirma sinceramente tanto la libertad de abrazar cualquier religión como la negación de obligar a nadie a abrazar cierta creencia.

Cuando tratamos de ajustar la relación entre los seguidores de diferentes religiones y los que están en libertad de elegir sus credos, observamos que el Corán abiertamente encuadra dicha relación dentro de dos marcos:

Primero, el marco del diálogo comprensible y disciplinado, especialmente, en caso de que sea un diálogo entre un musulmán y un cristiano o judío: «Y no discutas con la gente del Libro sino de la mejor manera» (Sura 29, La Araña: 46). Y en otra aleya dice: «Y hablaréis a la gente de buena manera» (Sura 2, La Vaca 83).

El segundo marco: es el del reconocimiento que significa el entendimiento, la colaboración y la influencia mutua, de acuerdo con el  Sagrado Corán: ‹‹¡Hombres! Os hemos creado a partir de un varón y una hembra y os hemos hecho pueblos y tribus distintos para que os reconocierais unos a otros. Y es verdad que el más noble de vosotros ante Al-lah es el que más Le teme. Al-lah es Conocedor y está perfectamente informado›› (Sura 49, Los Aposentos Privados: 13). En este contexto, el Sagrado Corán nos recuerda, primero,  el origen único  de toda la gente, luego nos rememora lo que corresponde a esta forma privativa de reconocimiento.

¡Oh, Hermanos! Nos queda claro que el Sagrado Corán determina la relación entre la gente en el sentido del ¨reconocimiento¨ que es el resultado lógico de la naturaleza de la diversidad y la libertad en la creencia.

La guerra en el Islam se trata  una necesidad,  es una excepción a la que  recurrimos cuando no hay otra opción. El consejo del profeta del Islam es: “No anheléis encontrarse con el enemigo en guerra, y pedid a Al-lah que os salve”. Entonces la guerra en el Islam no se trata de agresión, sino es defensiva. La primera legislación que permite a los musulmanes que declaren la guerra y lancen las armas ha sido justificada por resistir la injusticia y defender a los oprimidos, de acuerdo con el Sagrado Corán: ‹‹Se les ha permitido [combatir a los creyentes] que son atacados porque son víctimas de una injusticia. Al-lah tiene el poder para socorrerlos›› (Sura 22, La Peregrinación: 39). La legislación de la guerra en el Islam no se limita a defender a las mezquitas, solamente, sino que también se extiende, en la misma medida, a defender a las iglesias y a las sinagogas. Si admiras, deberías admirar  una religión que motiva a sus seguidores que combatan para proteger los seguidores y los lugares sagrados de las otras religiones.

La pregunta que causa la perplejidad de muchos es: ¿Por qué los musulmanes combatieron a los no musulmanes? La respuesta es que el Islam no luchó con ellos por ser ¨infieles¨. ¿Cómo, mientras que el Sagrado Corán, que los Musulmanes llevan siempre, incluso en las guerras, dice: ‹‹Así pues el que quiera creer, que crea; y el que quiere negarse a creer, que no crea››? De igual modo ¿Cómo el Islam hace estallar una guerra a fin de coaccionar a los otros a abrazar el Islam, si el Sagrado Corán afirma: ‹‹No hay coacción en la religión››? Ciertamente el Islam no combate por causa del concepto de la incredulidad, sino para repeler una agresión.  Bajo estos términos, el Sagrado Corán no distingue entre los agresores  sean incrédulos o sean creyentes, Al-lah ¡Glorificado sea! dice: ‹‹Si dos grupos de creyentes combaten entre sí, intenten reconciliarlos. Si uno de los dos actúa abusivamente contra el otro, combatan al grupo opresor hasta que respete las leyes de Al-lah›› (sura 49, Los Aposentos Privados: 9).

Esta rápida teorización sentada en textos sagrados muy evidentes argumenta que el Islam es religión de paz, no de agresión. Ciertamente. Las religiones divinas son todas iguales en esta fundamentación central de la cuestión de la paz.

Quedan algunas preguntas con las que concluyo mi discurso, las cuales son:

Si los textos del Islam, de los cuales he mencionado algunos, ponen de manifiesto la mentalidad abierta de esta religión a aceptar y respetar al otro y  sus creencias, ¿cómo se le puede describir como “la religión del terrorismo”? Si se responde: porque los que practican el terrorismo son musulmanes !se podría decir, igualmente, que el cristianismo es la religión del terrorismo, porque éste, también, ha sido practicado en el nombre del Cristianismo! De igual modo, ¡se podría decir que el judaísmo es la religión del terrorismo porque hay horrores  y fealdades que se han practicado  en nombre de esta religión! Si se dice: no juzguéis a las religiones por los crímenes de algunos de sus seguidores, ¿Por qué no se aplica al caso del Islam? Y ¿Por qué   se insiste en  mantener el Islam prisionero en la cárcel de la islamofobia con  injusticia, calumnia y falsedad?

¿Es posible aprovechar este congreso  imponderable para declarar a toda la gente que las religiones son inocentes de la acusación del terrorismo?  ¿Podemos señalar –aunque sea con vergüenza- que el terrorismo negro que acecha  las almas de los musulmanes en Oriente, bajo cualquier nombre, apellido o lema, no parte de la  ley islámica ni del Corán de los musulmanes, sino que sus motivos profundos surgen como consecuencia  de  grandes políticas injustas  acostumbradas a la tiranía , la opresión, y  a juzgar las cosas con doble rasero.

 

Gracias y perdón por lo extenso del discurso.

 

¡La paz, la misericordia y las bendiciones de Al-lah sean con ustedes!

 

Redactado en Al-Azhar

1 de Shaaban, 1438 de la Hégira, correspondiente al 27 de Abril, 2017. 

Ahmad Al Tayyib, Jeque de Al-Azhar

 

 

[1] Véase: Abdel-Fatah Mohsen Badawi, As-salam min Agl alm afdal (La paz por un mundo mejor), p. 15-27.

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